Deja Vu 15 minutos antes

Y de repente sólo vi oscuridad, traté de buscar algo que pudiera iluminar el lugar, una vela, una linterna, incluso una estrella; nada, sólo había oscuridad. Escuchaba tu voz llamándome a gritos, desesperado por no saber dónde me encontraba. Torpemente intentabas caminar hacia donde yo estaba. Yo, temerosa e insegura, como pude logré encontrar aquel rincón, y me acurruqué como una niña pequeña, abracé mis rodillas con fuerza y comencé a sollozar. Susurraba débilmente tu nombre, te llamaba con cada célula de mi cuerpo, mi amor te guiaba hacia mí.

Caiste varias veces, tropezaste y te golpeaste unas cuantas veces más. Nunca antes aquel recinto se había visto tan grande y frío. Kilómetros de miedos, angustias, problemas, tristezas y pasados dolorosos. Kilómetros de oscuridad te apartaban de mí. ¿O a mí de tí? No lo sé, aún no lo sé con certeza.

De repente, después de varios minutos angustiantes, donde sentía que me asfixiaba, donde gritaba y mi voz era ahogada por el eco de tu perseverancia, me tocaste. Encontraste aquella esquina de la habitación, a rastras llegaste hasta mí; sin velas, sin luna, sin sol ni estrellas, sin linternas. Me encontraste. Hecha un mar de lágrimas, de dolor, de desesperación e incomprensión. Me tocaste y no importó nada más. Te abracé como la primera vez, me abrazaste como la última vez. Y lloré. Es impensable perderte, es imperdonable perderte, es insoportable perderte. -Aquí estoy, no me iré a ninguna parte- dijiste deleitando mis oídos con tu hermosa voz. Es imperdonable perderte. Nada más importaba en el mundo, me tocaste y la oscuridad se desvaneció.

5:00 A.M. suena mi despertador. Me levanto de un brinco con una sensación de plenitud mezclada con incertidumbre y ansiedad. No estás a mi lado. De repente, de repente sólo veo oscuridad.