Este es uno de esos...

Y mira que tratarte fríamente, con esa malparidez que me caracteriza hizo que te fueras otra vez. Quería volverte a ver. Si, lo sé. Lo arruiné. Pero, ¿sabes? Fue lo mejor. Tienes demasiado lastimado el corazón y yo no puedo remendarlo nunca más; ya no...

Y llamarte con el pensamiento sirvió, pero no me gustó tu situación. Odio cuando todo el dolor ajeno hace que se me apachurre el corazón. Odio que te duela el tuyo más que a mi. Odio que estés pasando de nuevo por una situación así. Ten fé, amiga. Lo logrará, verás. Ten fé, y un poco de esperanza en tu mirar.

Y hoy bajo la lluvia comprendí que te fuiste y no vas a volver. Ya no habrá mas abejas que encantar para mi. Te perdí. Y si, lo admito: Duele, duele haberte perdido así. No, no te voy a olvidar. Sabes donde estoy por si quieres regresar. Y charlar. Y bailar. Y cantar. Y reir. Y llorar. Y callar.

Y verte me alegra. Pero me asusta convertirme en algo que no soy para ti. Las mariposas no podemos ser luciérnagas, por más que intentemos alumbrar el camino oscuro de aquellas almas perdidas. Aún asi, aqui estoy. Te presto mis alas de colores para que vueles por el cielo y descubras que todo siempre tiene su tiempo y su lugar. Y sólo hay que esperar despierto por la noche, en silencio, para que puedas atrapar una luciérnaga y te haga suspirar.

Y a tí. No se ni por dónde empezar. Así que, ¿sabes que? Prefiero tus ojos mirar y sonreir. Y esperar bajo el cielo gris, descubriendo figuras en las nubes oscuras, dibujando tu perfil bajo la luna, aguardando por el arco iris que regala sonrisas azules y besos rojos sabor a cereza con algo de limón.